Entre 2014 y lo que llevamos de 2015 las capacidades pornográficas de Maddy O’Reilly (y con capacidades me refiero al término literal, al aforo de sus cavidades, a la cantidad de material humano que es capaz de alojar) ha aumentado en proporción directa a los kilos que ha ganado. No me malinterpretéis: las dos son buenas noticias en el reino orgasmátrico de los culos gigante y los muslos como troncos de secuoya. Su último despliegue de marranería fue hace poco en #MyAss, en un sandwich interracial de los buenos.
A Maddy O’Reilly ya le entra todo
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