Por algún motivo que no alcanzamos a entender por aquí, las sesiones de fotografía erótica siempre vienen acompañadas de una seriedad y un rictus severo que no tiene demasiado sentido: es como si se pensase que erotismo debe ser serio y no hay lugar a la sonrisa o directamente a la risa a mandíbula batiente. No es nuevo: en el erotismo vintage sucede algo similar y solo en contadas excepciones se le daba a la modelo cierto margen para el relax y la diversión. Hoy traemos un ejemplo bello y luminoso: Lynda Wiesmeier fue Playmate del mes en julio de 1982 y su alegría erotizaba tanto como su precioso cuerpo.
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