Lucie Wilde cumplió dieciocho añitos el pasado enero, y una semana después ya estaba firmando sus primeros contratos en la industria del porno. Da la sensación de que varias productoras se la estaban rifando desde antes de que tuviese la edad legal para rodar, y el motivo es evidente: su rostro entre la inocencia más pura y la sensación de que no se está enterando de nada, y sus inmensas tetazas naturales probablemente fruto de la gigantomastia hacen de esta checa un plato, quizá no para todos los paladares, pero sí bastante exclusivo.
Su debut en DDF
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