La fiebre culera lleva ya una década en marcha y no parece que vaya a frenar ni un poquito, ni en la cultura popular, ni en el porno, ni en los hábitos y fantasías sexuales de la gente. De hecho yo creo que afecta hasta cosas tan íntimas como la autoimagen: la señorita Love Rachelle es consciente del pandero privilegiado que tiene al final de su espalda y desde luego se nota que esa manera de recrearse en él es algo más que una estrategia de negocio para seducir a sus espectadores por webcam: es pura devoción por su propio culo.
Por cierto, la especialidad de Rachelle es tirarse unos pedos titánicos y algunas prácticas escatológicas aún más extremas, pero nosotros nos hemos decantado por su contenido un poco más convencional.
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