Jules Jordan es un director con reconocida querencia por las diminutas asiáticas. La razón es obvia: cualquier pene parece un pollón en las manos y bocas de estas chicas tan menuditas. En la última producción del afamado director, Mandingo Massacre 3, este efecto óptico se ve elevado a su máxima expresión cuando la exótica London Keyes se enfrenta a la descomunal entrepierna del legendario Mandingo. Lejos de amilanarse ante la enorme envergadura del semental, nuestra heroína le echa un par de huevos y no duda en engullir entero ese enorme rabo en una garganta profunda que la inscribe por méritos propios en el olimpo de las tragasables más ilustres del género.
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