Del mismo modo que algunos futbolistas inician su declive demasiado pronto en sus carreras, con las pornstars sucede algo parecido. Rachel Starr fue uno de los grandes nombres de la industria y uno de los culos más deseados entre los pornófilos, irónicamente, hasta que accedió a cederlo. Su primer anal contó con toda la pompa promocional que la maquinaria publicitaria de Elegant Angel supo fabricar, y marcó un punto e inflexión negativo en la vida profesional de Rachel. Su popularidad comenzó a bajar hasta someterla a un semiretiro, y aunque volvió a salir a flote nunca alcanzó el nivel de antaño. Hoy en día escenas como su reciente trabajo para Ass Parade en Bangbros son un reflejo de su estatus: está exactamente igual de buena que siempre, pero la luz se ha desvanecido.
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