Comparten un apellido artístico que en realidad es uno de los más habituales en la historia de la pornografía comercial americana, y en cierto modo incluso se parecen un poco. Lela Star fue una de las mejores representantes de la invasión latina del porno, y la cubana Luna Star ya llegó cuando su nicho racial estaba perfectamente asentado. Sus caminos divergen, eso sí, en cuestiones fundamentales: la primera y más evidente, la cuestión quirúrgica en la que Luna solo ha dado algún paso frente a la entrega absoluta de la neumática Lela; y la segunda y más importante, la cuestión de la actitud. Aquí sí que esta bestia cubana supera con crecer a su compañera en el último trabajo de ambas para Naughty America, el primer cruce entre las dos.

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