Supongo que os acordáis de las gemelas Karissa y Kristina Shannon. Ambas llegaron a Hollywood para aparecer en la revista Playboy y tras sopesarlas en su sobreutilizado regazo, Hugh Hefner les hizo en hueco en su mansión poblada de playmates, donde crecerían sanas y fuertes hasta convertirse en los pendones desorejados que son hoy en día. Sus cuerpos, flacuchos y no demasiado sugerentes en aquella época, se han convertido ahora dos esculturas de silicona cuasi idénticas que desfilan por el mundo haciendo eventuales despliegues de voluptuosidad y, por qué no decirlo, también vulgaridad.
Las gemelas Shannon se han puesto culo
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