El uso de la lengua es parte esencial de la felación decente, ya sin ni siquiera entrar en dispendios orales de alta factura técnica, pero su uso como herramienta exclusiva eficiente y placentera está al alcance de pocas mujeres con buen músculo, muchas ganas de complacer y sobre todo mucha paciencia. Aquí tenemos a una joven moza que está probando el experimento de practicar una mamada a su chico sin llegar a mamar: el masaje continuo e ininterrumpido con la punta de la lengua en la parte posterior del glande es su especialidad y la forma poco habitual en la que consigue esa anhelada explosión blanca y viscosa que marca el final de una sesión bien hecha.
Maestras de la mamada: lametones de amor
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