No podía seguir publicando aquí sin dedicarle un artículo a una de las divas del porno actual: Nicole Aniston. Tenemos antes nosotros a una de las mayores bellezas que ha dado este Arte, una diosa con aires de chica Baywatch: rubia y de ojos claros y con el toque glamouroso de una estrella del cine o de la música. Como si hubiesen metido en una coctelera a Pamela Anderson y a Kylie Minogue, con este explosivo resultado.
Nacida en 1987 (33 años en la actualidad), Nicole ya es considerada por la industria como una MILF y, ¡ menuda milf! Aterrizó en el negocio allá por 2009 y desde entonces no ha parado de crecer. Uno de los mejores cuerpos que hayamos podido ver; tetas operadas (y muy bien hechas), unos muslos firmes, gemelos torneados y unos pies muy bonitos. Se trata de una obra de arte, creada a golpe de excelentes retoques plásticos y mucho gimnsasio. Sin duda, es una pornstar diseñada para el deleite visual.
No obstante, a pesar de todo lo anterior, con ella tengo la sensación de ver en marcha un espectacular Ferrari con el motor de un Cinquecento. Gracias a su potencia física es capaz adoptar múltiples posturas, y la verdad es que deja follarse muy bien. Pero le falta el puntito de rabia. A la hora de tomar las riendas del polvo sólo acaricia con su sexo la polla de su compañero, no la machaca, no le da ese golpe de fuerza y electricidad que muchas pornstars desatan cuando se ponen encima. Incluso, en no pocas ocasiones, le falta el picante de agresividad y disfrute en su cara, y a veces hasta se rie. Y cuando llega el momento final del elixir de su compañero no parece disfrutarlo. Por eso, Nicole Aniston deja una sensación de ir a medio gas, de no desarrollar al máximo su potencial y fuerza física. Tiene y puede, sin duda, pero por algún motivo no quiere.
Un cromo imprescindible en nuestra colección de pornstars, y si no lo habéis hecho, os recomiendo que la veáis y mucho, que disfrutéis de ese monumento al cuerpo y la belleza femenina, y de su elegancia y glamour que, aunque os deje un poco a medias, merece realmente la pena.
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