Si bien la bisexualidad femenina siempre ha estado implícita dentro de una industria pornográfica direccionada al público heterosexual, la contraparte ha quedado reducida a un registro ignoto. Claro está, este sector no deja de tener un cariz económico y, por lo tanto, el éxito de una producción no deja de medirse más que en su cantidad de reproducciones.
Los nuevos tiempos auspiciados por una explosión cultural que supuso la teoría queer, ha permitido que la revisión de los géneros y las condiciones sexuales vean con otros ojos la bisexualidad masculina llegando a introducirse en las fantasías de las mujeres como parte de sus deseos subrepticios.
De hecho, la opción de un trío con una mujer y dos hombres como protagonistas ha dejado de rotar sobre el protagonismo de un aparato reproductor determinado para empezar a depender de una fructífera interacción entre todos los integrantes.
¿Ha sabido leer la pornografía el devenir de la sexualidad humana?
Vamos a decir que con años de retraso. Desde la producción esporádica en los años 70 y 80, incluso con escenas en las que Nina Hartley aparece como protagonista. Recordemos que incluso John Holmes intercaló escenas homosexuales en su vasta filmografía heterosexual.
Un vacío en los años 90 y la primera década del nuevo milenio, a tal grado que las mayoría de las escenas fuerzan un tinte amateur donde incluyen a una mujer en una escena donde dos hombres homosexuales tienen sexo.
Y finalmente, el aperturismo de los últimos decenios, donde la valentía Erika Lust rompiendo una miríada de tabúes con la escena ‘Hot Power Couple’ del año 2017 es el hito que alimenta la lascivia de muchas mentes, y cuyas posibilidades que reverberan de la escena quisieran ser cumplidas por muchas psiques subyugadas.
Escenas como esa no representaron sólo un oasis entre la cotidianidad pornográfica, sino que han allanado el terreno para el aterrizaje de productoras como Biphoria, Bi Guys Fuck o Bi Empire entre otras, que permiten que el panorama de la industria sexual ofrezca alternativa para todos los paladares, con vídeos que ostentan millones de reproducciones, lo que demuestra que nos encontrábamos ante un nicho de mercado sostenible, incluso bajo los criterios más puramente económicos.
Mención especial merece el actor Wolf Hudson, cuyas escenas independientes han dejado lograr en algunas retinas una mezcla de erotismo y complicidad que son las que ameritan este tipo de escenas.
Con todos sus defectos, es una rama a tener en cuenta, brindando la pornografía rupturista que demandan los consumidores, que pueden armonizar las demandas de su sexualidad con imágenes más afines a su registro como las que encarnan el porno bisexual, la selecta producción queer y las productoras que abarcan la transexualidad en su elenco de actrices.
Referencia de la portada: Ilustración XVIII de la colección «De Figuris Veneris», de Édouard-Henri Avril.
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