Entre 2000 y 2003 pululó por el circuito pornográfico americano una dulce muchachita de piel tostada que algunos aún no comprenden por qué no se convirtió en una estrella. Personalmente la descubrí hace poco, y me consta que no soy el único, pero eso no fue óbice para que nos asombrara su espléndido cuerpazo natural y sus buenas maneras, dentro de la timidez propia de una recién llegada a la industria. Se hacía llamar Kiwi, era de Hawaii y tenía solo 18 añitos cuando debutó. Hoy en Orgasmatrix vamos a homenajear a la figura de este efímero bellezón negro, una grácil excepción en un grupo étnico que en le porno suele caracterizarse por curvas hiperbólicas.
Kiwi, una escultura de ébano andante
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