Ina Groll se las prometía felices en su dualidad profesional. Algunos días a la semana era miembro destacado del partido nacional demócrata alemán (esto es, el partido nazi), y otros se convertía en Kitty Blair, una actriz porno tatuada de imponente presencia… hasta que todo se jodió. Los productores porno se enteraron de su filiación y acordaron en no volver a contratar nunca más a la fascista Kitty, y a su vez el partido la expulsó de la organización política al descubrir que en su último gangbang se follaba a un actor negro.
Desde el partido nacional demócrata, eso sí, tomaron una postura más políticamente correcta afirmando que «aquellos que venden su cuerpo por dinero y avegüenzan a nuestra raza no tienen lugar en nuestro partido.» Claro que eso no pareció importarles hasta que hubo un negro involucrado.
Quizá hayáis leído esta historia antes, pero ya no es tan probable que hayáis visto el gangbang que destruyó las dos carreras de Kitty.
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