Nacida en Minnesota hace ya 33 años, la bella Julri Waters es un ejemplo extremadamente convincente de que el intercambio de rasgos étnicos acaba produciendo los seres humanos más perfectos. Y eso que Julri lleva consigo implantes de silicona (muy bien puestos, sin duda), pero deja de importar a poco que uno se fije en todo lo demás: sangre alemana y coreana le otorgan un físico que le ha servido para ganarse la vida y aparecer en publicaciones como Playboy o Voluptuous Vixens.
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