Cada vez parece más evidente que el porno comercial, ese que está de un modo u otro al alcance de un par de clicks para cualquiera, se ha convertido más en una forma de promoción que en una verdadera fuente de ingresos para las actrices porno. Ahora lo que mantiene sus cuentas corrientes es la actividad paralela: desde servicios de escort hasta venta de merchaindising firmado, rodaje de escenas personalizadas, contacto exclusivo por redes sociales o venta de vídeos de producción propia a través de plataformas digitales.
Una de las que parece más comprometida con este modelo de negocio y lleva más tiempo con él es Krissy Lynn, que además de mantener al día su base de fans trabajando con relativa regularidad en productoras famosas, ha diversificado su oferta vendiendo vídeos «detrás de las cámaras» de sus escenas profesionales y, lo más interesante de todo, nos ofrece porno hecho en casa, con su pareja, en el calor del hogar.
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