Aquello de «¡que vienen las suecas!» quedó casi para la historia del cine cómico español y del turismo de los setenta, cuando culturalmente con el boom turístico habíamos asimilado que Suecia era el país del que venían las mujeres más libertinas y exuberantes, auténticas esculturas andantes de cabello claro. En el siglo XXI ha quedado claro que existen otros países hacia los que mirar en busca de belleza femenina como Ucrania o República Checa, por eso cuando llega una vikinga como Helene (también apodada Irini) nos vemos obligados a observar con los ojos muy abiertos e imitar la voz de Andrés Pajares para repetirlo: «¡Que vienen las suecas!»
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