Vivimos una época en que la popularidad en muchísimos casos no se basa en el talento del personaje público en sí, sino en otra serie de factores que a veces se nos escapan. Esto sucede en cualquier ámbito artístico, y el porno no queda exento de ello. Tenemos el ejemplo de Mia Khalifa, cuya breve trayectoria en la industria pornográfica le ha valido para granjearse una fama estratosférica que no obedece a lógica alguna, aparte de a la evidente falta de criterio y a otros factores ajenos a la brillantez (aún desconocida) de la susodicha (huelga decir que solo es una opinión y respeto cualquier otro punto de vista). El caso de Eva Elfie no es del todo comparable al de la libanesa, pero su índice de popularidad en PornHub es muy elevado, y lo cierto es que el que suscribe no encuentra unos motivos demasiado claros para tal seguimiento. Sea como fuere, con tan solo un puñado de escenas en el porno, esta joven rusa acumula una legión de pajilleros (imagino que millennials en su mayoría) que la siguen en dicha plataforma, en las redes sociales y, por supuesto, también se dedican a darle a la zambomba viendo sus vídeos marranos.
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