Seguimos sus andanzas en la profesión desde el principio (2019), y sus cambios han sido incontables desde entonces; ni tan siquiera el zoquete de Sergio Ramos puede seguirle el ritmo a esta mujer. También tiende a ganar algunos kilos de vez en cuando, por lo que sus portentosas ubres se desploman hacia su ombligo irremediablemente. Y es que la materia prima de la madre naturaleza no obra milagros antigravitatorios, pero sí que nos brinda el hipnótico bamboleo de cúmulos de carne desparramados mientras algún varón sacude la fruta prohibida.
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