Respetando la distancia estética que las separa, porque la americana es mucho más guapa y encantadora que la europea, puede que estemos ante algo así como la versión rumana de Anna Bell Peaks. La muchacha se hace llamar Megan Inky, acaba de llegar a la industria del porno y comparte con la gran Anna cosas en común que no suelen ser frecuentes: su look extremadamente radical para una pornstar que entra en el porno comercial, y sobre todo que tenga 33 años. Son dos condiciones que alejan ambas del clásico perfil de novata, el de la señorita inocente e inexperta, y además en ambos casos se nota, lo podréis ver con Megan a continuación, que la experiencia en actividades sexuales intensas ya la atesoraban antes incluso de acercarse a una cámara.
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