Se puede contar la incipiente filmografía de Casey Calvert con los dedos de ambas manos, y alguno nos sobraría. Es un caso cada vez más habitual: jovenzuelas que se zambullen por primera vez en la industria, más por vivir nuevas experiencias (o por pagar una deuda) y tras una o dos escenas desaparecen del mapa. Meses después (en este caso ocho), la joven cuestión sale a la palestra de nuevo, esta vez reinventada como pornstar y con la idea de hacerse hueco como objetivo. Es imposible saber si el asunto con Casey acabará en éxito o no, pero la chica tiene aptitudes y si Criss Strokes ya tiene su teléfono por algo será.
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