Su rostro redondeado y su cuerpo de una morfología poco habitual entre las modelos, con unos pechos firmes y unas caderas estrechas bajo una espalda ancha que parecía señalar su afición por la natación, Lorraine Burnett transmitía una imagen cautivadora entre la femineidad clásica renacentista y la mujer robusta y determinada que aparecería a lo largo del siglo XX. No sabemos si hoy en día esta pin-up de mediados de los sesenta tendría sitio en el mundo del erotismo bajo los actuales estándares, pero ese halo de sensualidad que desprenden sus formas parece algo eterno y ajeno a los cánones.
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