El asco e incomprensible desprecio con el que muchos reaccionan a los coños peludos, los sobacos sombreados y las marcas de bronceado son solo un síntoma más de lo que la cultura y la publicidad han ido intoxicando nuestro criterio, ya no al elegir coches o muebles o ropa, sino hasta de elegir qué nos excita y qué no. Da bastante miedo pensar en hasta qué punto los medios nos dictan exactamente cómo debemos vivir. Hoy os traemos a una diosa ancestral irlandesa, Avril Lund, que a pesar de ser chica Penthouse en 1973 y poseer unas tetas que se adaptan muy bien a los cánones estéticos actuales, también lucía esa tríada de rasgos que a muchos les echa para atrás y a otros nos reaviva el morbo: el felpudo, la sombrita y el paso de peatones.
Comentarios