Fue una de las sensaciones del año pasado: Dani Daniels se salí por fin de su férrea exclusividad por el porno lésbico y se lanzaba a la aventura de las pollas con una frescura, un entusiasmo y un oficio difíciles de ver en las pornstars que hacen el trasvase a lo heterosexual. A la mayoría ser les nota cierta frialdad, pero Dani viene demostrando que es un auténtico volcán que no se intimida ni frente a escenas como las orgías que monta Reality Kings en su discoteca donde todo el mundo es VIP.
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