Lo normal cuando uno piensa en un bukkake es imaginar la idílica reunión de un grupo de amigos: hombretones con los huevos cargados de amor y una damisela que ofrece su rostro a la veintena de corridas, se pega una ducha purificadora y se va a casa como si no hubiera ocurrido nada. La realidad, en cambio, nos dice que no siempre, y menos cuando se trata de la primera vez, la corrida masiva es plato de buen gusto. Según tengo entendido en este bukkake la osada protagonista recibió 105 eyaculaciones.
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