En este porno del siglo XXI obsesionado con los culos ya hemos visto cien mil veces momentos de facesitting en el que señoritas de buen ver posan sus sacrosantas nalgas sobre el rostro de compañeros o compañeras. Suele ser cosa rápida e indolora, pero como toda práctica sexual siempre hay quien la prefiere llevada un poco más al extremo. Los abonados a Kink pueden ir abandonando la sala porque esto les va a parecer una mariconadita, pero el resto quizá disfruten de una forma extraña y morbosa las maniobras de está imponente dominatrix rusa (efectivamente es Sasha Rose, gracias a Anonimo por aclararlo) y su esclavo. Si hay que morir asfixiado, que sea así.
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