Siempre nos gusta explorar el lado más artístico del erotismo, pero cuando buceamos en el lado más erótico del arte siempre aparecen opiniones muy radicales afirmando que «eso ni es arte ni es nada» y demás chorradas desconcertantes. Supongo que va con el vanguardismo. El caso de hoy no admite reticencias: John Currin es un consagradísimo pintor norteamericano (tanto que la semana pasada se vendió un cuadro suyo, una vieja en tetas titulado Bea Arthur Naked, por 1,9 millones de dólares) cuya obra se centra en la crítica social por la vía del erotismo hiperbólico.

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