Como buena profesional con ambición, la húngara Amirah Adara ha decidido amortizar el billete de avión y la estancia en territorio estadounidense y dedicarse a trabajar en todos y cada uno de los estratos del porno americano. Sus apariciones junto a gurús del negocio con cierto prestigio como Mark Wood, Manuel Ferrara o Jules Jordan se alternan con descensos a abismos mucho menos elegantes y luminosos como las catacumbas estilísticas de Dogfart, bandera del porno interracial de baja factura técnica, donde se folló sin despeinarse a tres sementales negros como Charlie Mac, Rico Strong y el señor tuberías, Wesley Pipes.
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