Con este primer artículo damos la bievenida a Amarna Miller como nueva redactora de Orgasmatrix. Este es el primero de una serie de artículos sobre la industria del porno que escribirá en exclusiva para nosotros. En los comentarios, podéis hacerle las preguntas oportunas así como sugerencias sobre asuntos que queráis que nos desvele.
O-D-I-O Budapest
Empiezo a notar un sentimiento visceral que me sale directamente del estómago y se me atasca en la garganta. Odio Budapest. De verdad. No me malinterpretéis: es una ciudad bonita. El casco antiguo es una pasada, y desde luego merece ser visitada al menos una vez en la vida. Rezuma historia por cada uno de sus poros.
Mi problema con la capital húngara es mucho más profundo, como cuando de pequeño removías con un palito el césped florido del jardín para encontrar en sus entrañas un gusano pegajoso e inmundo. Budapest es una ciudad hostil. Trabajar se convierte en una lucha contra los cinco elementos, en vez de un placentero viaje a la capital Europea del porno. Y es que cada día se llegan a rodar de 6 a 10 producciones simultáneas. Dependiendo de la época del año, la cifra puede llegar a doblarse.
Las chicas llegan desde los países vecinos (en especial Rusia y la república Checa) y otros no tan cercanos (Inglaterra, Francia y por supuesto…¡España!) para hacinarse en las mal llamadas «casas de modelos». Cada una paga de 15 a 20 euros diarios por tener derecho a una cama, comodidades básicas en las zonas comunes, y espacio para dejar sus cosas entre rodaje y rodaje. Un chófer las recoge por la mañana y las deja en la localización de la escena. El mismo chófer las devuelve cuando la grabación ha acabado. Las cuatro paredes se convierten en una burbuja donde relajarse entre filmación y filmación, hacer nuevas amigas si las diferencias de idioma lo permiten, y prepararse para el próximo día.
El precio estándar que se gana en Budapest por una escena hetero son 450€, aunque varía según la productora, las prácticas y el caché de la actriz. Aun así, sigue estando mejor pagado que los rodajes dentro de España, donde la chica puede llegar a cobrar 250€, y el chico menos de 100€. El ritmo de rodajes depende de la chica y de si su imagen cuadra con lo que están buscando las productoras, pero para que os hagáis a la idea, en mi primer viaje a Budapest estuve grabando el tiempo máximo que las agencias te recomiendan: dos semanas seguidas, con un día en medio de descanso.
Estos pisos comunes están regentados por las dos agencias de modelos que controlan el movimiento de actrices dentro de la ciudad. Si la cagas con alguna de ellas, no te volverán a llamar. Y teniendo en cuenta que aquí ruedan la gran mayoría de las productoras internacionales (Reality Kings, 21st Sextury, Evil Angel…) quieres de corazón que se acuerden de tu cara. Porque si no, tu carrera en el porno Europeo está acabada.
La monopolización del mercado ha dado paso a una auténtica mafia. Las productoras llegan a acuerdos con las agencias y se niegan a trabajar contigo a no ser que tengas un representante. Los pagos por escena se convierten en un regateo constante del que la agencia se llevará un 10 o un 15% del precio acordado. Y ahí estás tú, la pieza clave para que la producción salga adelante, ninguneada por todos los bandos y luchando por hacerte valer. Es un suplicio.
Si finalmente pasas por el aro y te animas a rodar alguna escena, ten por seguro que la información que recibirás será prácticamente nula. Con suerte, el día antes del rodaje te dicen a qué hora tienes que estar preparada y con qué compañía vas a grabar. Ni idea de quién será tu compañero de rodaje o qué tipo de escena tienes que hacer.
Tu trabajo tiene el mismo valor que una bandeja de carne fresca en el supermercado, y la producción de películas se convierte en una fábrica de escenas sin calidad estética, artística o visual. La fabricación en serie de material pornográfico para satisfacer a un consumidor con unos estándares bastante bajos.
Me hace gracia que algunas de las escenas por las que más me felicitan entran dentro de esta categoría: sexo falso, posiciones incómodas, orgasmos de mentira… Y yo, que siempre ando a mi bola y todavía tengo esperanzas en el futuro de la industria, estoy en medio de este océano tratando de luchar por unas condiciones de trabajo decentes. Poco a poco.
Después de intentar infructuosamente que las productoras me llamasen como freelance, voy dando bandazos de una agencia a otra. Creo que no soy muy querida dentro de las altas esferas, y por eso me veis poco la cara en algunas compañías importantes. Algún precio hay que pagar por defender tu independencia.
Me niego a alojarme en las casas de modelos con tal de no apoyar el monopolio de la industria. Más teniendo en cuenta que en Budapest puedes alquilar una casa de dos habitaciones por menos de 20 euros al día. Y en cuanto a las sesiones ¡Ah! Es mi gran batalla. Mando mensajes, pregunto, contacto directamente a los directores de las escenas, hasta que sé qué narices es lo que me toca grabar. A veces lo consigo y a veces no, pero desde luego tengo que tener fama de ser la Española más tocapelotas del porno. Porque ya va siendo hora de que luchemos un poquito por nuestros derechos, como actrices, pero sobre todo como personas.
Odio Budapest, por lo que significa dentro de la industria. Ojalá, no dentro de mucho tiempo, pueda tener el placer de ver que las cosas han cambiado. Legalización del trabajo sexual, regulación de las compañías, leyes que normalicen las pruebas de ETS y un largo etcétera. Pero mientras tanto, seguiré dando guerra y luchando por defender la dignidad de mi trabajo.
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