El tema de la explotación de la mujer y su imagen a menudo hipersexualizada en busca del atractivo comercial es un gigantesco tótem al que los artistas (sobre todo los fotógrafos) parecen arrodillarse y rendir culto sin el más mínimo rubor. Y lo más curioso: muchos de ellos recurren a la figura de las muñecas para plasmar una metáfora algo fofa. El norteamericano Alex Kliszynski Sandwell pertenece a este rebaño de visionarios cortados por el mismo patrón, pero al menos no se puede negar que el trabajo que expone en su portafolio no resulte impactante, grotesco y fascinante. Al fin y a la postre, de eso se trata, ¿no?

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