Con cerca de una docena de encuentros frente a la cámara, Adriana Chechik (que en realidad se ha follado a los más importantes sementales de la industria un mínimo de cinco veces por cabeza; lo suyo no tiene nombre) y Chris Strokes parece haber alcanzado ese estado de complicidad profesional que solo se da en la industria cuando el actor y la actriz son pareja real o muy buenos amigos, y ninguna de las dos circunstancias parece darse en este caso. Quizá los automatismos de un porno de primer nivel nacen aquí de la pura química, de dos elementos que se atraen y se mezclan y generan algo muy concreto: sexo apasionado y muy cerdo, tal como han vuelto a demostrar juntos en Bangbros.
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