La función del glamcore como nuevo nicho del porno es sobre todo una: dar salida a un estilo que se acomode mejor a las fantasías sexuales románticas y libres de sordideces o extremismos de algunos consumidores y (sobre todo) consumidoras. Esas fantasías no siempre son iguales, son susceptibles de evolucionar y de asimilar alteraciones culturales o sociales. En este sentido, desde la moda del BDSM ligero y Cincuenta sombras de Grey, muchas mujeres han sentido curiosidad y morbo por acercarse a ese mundo basado en juegos de rol sexual y jerarquías de poder acordadas.
Por eso Joymii, una de las más activas productoras de glamcore, ha empezado a rascar un poco la superficie del sadomasoquismo, introduciendo elementos como las mordazas o la dominación y la sumisión en algunas escenas, siempre con prudencia y muchas sensibilidad. Veamos dos buenos ejemplos recientes.
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